El vehículo eléctrico poco a poco va formando parte del paisaje automovilístico en nuestras carreteras. Ha llegado para quedarse, y por lo tanto es una opción más que recomendable a la hora de plantearse la renovación de nuestro viejo coche.
Es un error pensar que es complejo de usar y mantener, pues resulta todo lo contrario. Al silencio de la marcha, las aceleraciones inmediatas, el respeto medioambiental con ausencia de emisiones y ruido, y ahorro de costes a futuro, se unen las siguientes ventajas:
- Facilidad de carga:
Enchufar y listo. Sólo es conectar el cable de carga, bien sea con un cargador público (se están implantando a marchas forzadas y hay más de los que imaginamos), o bien con nuestro Wall Box en nuestra plaza de aparcamiento.
El estándar Mennekes es el más popular. Mediante la app del fabricante podremos configurar los tiempos de carga, la intensidad de ésta y controlar el tiempo restante.
Es sorprendente ver con los kilómetros que hacemos a diario, como pueden pasar días hasta la siguiente carga o, si lo hacemos a diario, como en un par de horas recuperamos lo consumido.
- Facilidad de uso:
D y R, o lo que es lo mismo, marcha adelante y marcha atrás, respectivamente. Son los botones que tendremos que pulsar para que el coche se mueva. La conducción de un eléctrico resulta mucho más sencilla con el uso de un solo pedal que permiten la mayoría de los modelos actuales.
- Mantenimiento menos complejo y costoso:
Un motor sin escobillas, un engranaje y una electrónica de control, eso es todo lo que lleva en su interior. Los coches eléctricos tienen un mantenimiento sencillísimo, gracias a la simplificación que intrínsecamente lleva esta tecnología.
El motor no tiene mantenimiento ni pierde propiedades con su uso. No hay embrague, caja de cambios, ni líquidos que sustituir, más allá del de frenos y los filtros de polen del climatizador. No gasta apenas frenos, los discos y pastillas nos pueden durar prácticamente la vida del coche.
La batería está garantizada por un plazo muchísimo mayor que el propio coche y los estudios arrojan que puede rendir adecuadamente hasta los 300.000 kilómetros/20 años, más allá de la garantía del fabricante.
- Viajar:
Si, se puede viajar, aunque tendremos que cambiar nuestros hábitos. Cargar el coche al máximo antes de salir, planificar dónde vamos a parar, durante cuánto tiempo y qué cargador vamos a tener en nuestro destino.
Es una forma de viajar más tranquila, que quizá tenga como ventaja un mayor disfrute del que habitualmente practicamos yendo del punto A al B en el menor tiempo posible.
El infoentretenimiento del que dispone cualquier coche eléctrico, nos hará mucho más ameno el desplazamiento.
Las autonomías de los coches eléctricos en carretera están llegando a los 400 kilómetros en muchos modelos, lo que hace que podamos afrontar muchos desplazamientos. Si unimos a esto, que tenemos puntos de carga rápida que recuperan entre 150 y 300 kilómetros en sólo media hora, no hay ningún impedimento en conducir 2 horas y hacer una más que recomendable parada para “estirar las piernas”.
En definitiva, y con las buenas perspectivas que tenemos en cuestión de implantación de puntos de carga, mejora de las autonomías y abaratamiento paulatino del elemento más valioso del coche eléctrico, que son sus baterías, os animo a abrir la mente y examinar detenidamente todas las ventajas que aportan los coches eléctricos, como alternativa real a los coches de combustión.
Carlos Manuel García, Asesor Comercial Guadalete Motor